martes, 8 de febrero de 2011

Always look at the bright side of life

Siempre mira al lado positivo de la vida

¿O no?

A veces todo pinta tan negro que una sonrisa no es más que una broma de pésimo gusto. ¿Por qué dibujar un falso rictus en tu cara cuando estás jodido?

¿Cuándo tomó el poder la dictadura de la felicidad? En la tele, en los carteles de la calle, en cualquier evento social, todos tienen la curva de sus labios apuntando para arriba. Estar triste o reservado parece ser de mala educación, perturba la paz colectiva...

jueves, 22 de abril de 2010

Perro guardián / Watchdog

Ciertas escenas rurales me provocan un paralelismo muy fácil con otras imágenes urbanas...

There are some rural scenes which I could imagine perfectly in the city...

lunes, 15 de marzo de 2010

Podando el ánimo / Pruning the mood

A mí me pasa...

Haces que el pelo caiga y crees tener delante a un yo distinto. Ves las cosas con otra perspectiva, quizá con el ingenuo pensamiento de que la persona al otro lado del espejo ha cambiado en su integridad con un par de tijeretazos. Un pensamiento tranquilizador, sí.

A veces la necesidad de catarsis es tan grande que necesitamos cortar de raíz.
Calvorota.
Pelón.
Hay pelambreras tan bonitas que no deberían de ser mutiladas así, no...
+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
It happens to me sometimes...

You have your hair fallen and you think that there is someone different in front of you. You see things from another perspective, perhaps with the naive thought that the person in the other side of the mirror has changed to the roots with a pair of cuts with the scissors. A reassuring thought, yes.

Sometimes the need of catharsis is so great that we need to nip in the bud.
Bald.
Billiard Ball.
There are such beautiful long hair which should not be mutilated like that, no...

viernes, 22 de enero de 2010

Memorias de Ezkerraldea

Tanto odio y amor entremezclados en fachadas salpicadas de podredumbre... Los bocatas de mortadela no vuelan desde sus ventanas porque los niños ya no juegan en los patios. La vecina del quinto dejó de acechar hace tiempo (se murió? se enganchó a OT?) Las jeringuillas no esperan ya en cada rincón.

Y es que ningún tiempo pasado fue mejor, dicen. De acuerdo. Avanzamos, dicen... Y AHV por fin desapareció de la vista (pero qué es ese mamotreto de cristal?). Progreso, y tal...

Perdonen pero me voy a tirar un pedo.

domingo, 28 de junio de 2009

En busca de inspiración

Soy de los que piensan que todos los héroes de la historia hicieron más mal que bien por hacer pensar a las personitas que siempre habría un alma superior que solucionaría sus vidas venciendo en batallas contra diferentes causas, que sería el más talentoso en tal o cual cosa o que aparecería incomparablemente mejor parecido en la camiseta conmemorativa de turno. Sus leyendas son, por contradictorio que parezca, asesinas del individualismo, creadores de auténtica mediocridad humana (yeah!). Los ídolos hay que matarlos antes de que te maten a ti.



De todas formas, siempre hay personas que, con sus pequeños actos, me han inspirado o dado energía precisamente cuando más me faltaban. Este señor que berrea al frente de la primera foto es Martin Sorrondeguy con su última banda Limp Wrist. El individuo en cuestión es de los principales culpables de que, al descubrir su primera banda Los Crudos, empezara a interesarme de verdad por el mundo punk doce años atrás. Y de que recuperara más tarde cierta "esperanza" (al ver su documental “Beyond the screams”) por toda esta parafernalia cuando empezaba a interesarme tres leches.



Corría el 97 y mis referencias musicales eran Eskorbuto y Kortatu (banda cuyo cantante se dedica ahora a sacar temas de gusto dudoso). La audición de sus discos a todo volumen era una buena válvula de escape al exceso de adrenalina, hormonas e inconformismo de pubertad. Supongo que la tontería se me habría pasado en dos o tres años pues, salvando las distancias, ser punk ,en su lado más superficial, ojo, no es muy diferente a ser un fanático del heavy metal o incluso bakaladero. Para una mayoría se trata sólo de estética o un sentimiento identitario adolescente y, al cabo de los años, se acaba descubriendo que todo era locura de juventud, uno se formaliza y se corta el pelo o quita los parches y tachuelas para encontrar laburo o novia. Algo muy lógico cuando escuchas grupos con mensajes tan nihilistas: o te enganchas a algo duro o evolucionas.

Cacharreando en el dial descubrí la radio libre Pititako Irratia, que por aquel entonces emitía en la 107.0 de la FM santurtziarra y me llegaba hasta Barakaldo. Empecé a flipar con un programa llamado "Ataque Hertziano", que me enseñaba todo un mundo de ruidos desconocidos y mensajes anti-muchas-cosas pero también pro-algo. En el primer programa despedazaron pista por pista el "Canciones para liberar nuestras fronteras" un album recién salido del horno por Los Crudos, banda de Hardcore Punk latino de Chicago que destilaba un odio y una energía que enseguida me atrapó.

"NO EXISTEN PALOMAS BLANCAS EN MI BARRIO"
Falleció otro joven en la calle
con una bala en la espalda
cayó otra madre de rodillas
y se oyen sus gritos y sus llantos

Vemos otra fila de cuerpos contra la pared
con brazos de los jóvenes en el aire
y policías con manos muy frías
buscan cualquier razón para llevar a los jóvenes
a la cárcel

Y los otros niños guardan estos recuerdos
que no pueden borrar de sus mentes

Los niños de mi barrio
ya saben que no existen palomas blancas
saben que son cosas de dibujo nada más



Sus canciones me reflejaron la vida de los latinos ilegales en los suburbios americanos, rechazados del American way of life, bandas callejeras y espirales de violencia sin sentido, chavales desesperados, policía cumpliendo su deber como está mandado, a base de ostias. De esa inhumanidad entre ese panorama tan chungo se alzaba un sentimiento entre los chavales. Lo llamaban punk y para ellos era una herramienta de lucha contra la opresión, un apoyo mutuo, la okupación y el DIY (Do it yourself - hazlo tú mism@), una mínima forma de autogestión, aunque a veces sólo sea del ocio, del arte y de la estética... pero tan diferente de la alternatividad comercializada del punk de Candem Town. Este espíritu punk DIY llegaba incluso a la vivienda a través de la okupación, a proyectos políticos como el Comida No Bombas, los huertos urbanos, radios piratas...

Sí, los Crudos fueron para mí algo realmente fuerte... A las voces estaba el mencionado Martín, un inmigrante en América de origen uruguayo. Tenía que conseguir el disco a toda costa y visité el programa y la radio Pititako. Los locutores (de los que no sé nada desde hace muchos años) me dieron la dirección del sr. Sorrondeguy porque era muy difícil conseguirlo por Bilbao por aquel entonces. Al final, me dio pereza de escribir y por otros cauces conseguí ese y mucho otro material a través de distribuidoras no comerciales. Me empecé a mover por conciertos no subvencionados por los ayuntamientos, a frecuentar centros sociales y descubrir gente que se interesaban por algo más que por la música. No tenía que tomar mis referencias en América, fui testigo y partícipe de una versión vasca y (pelín desnatada) del espíritu punk que se vivía en Chicago. Años muy inspiradores... pero me creí demasiado algo que en cierta forma era un espejismo, todo hay que decirlo.

Y llegamos al año 2004. Desilusionado. Harto de todo y de todos. Martín lo hizo de nuevo. Vi su documental Beyond the screams retratando el movimiento punk chicano en Estados unidos justo en el momento justo y recuperé un poco la fe. O mejor dicho, dejé de renegar del espíritu punk, y al margen de envoltorios, destilé lo mejor que me regaló ese movimiento: autogestión, crítica y creatividad en sus mejores vertientes y en sus ejemplos más memorables, que los hay...

No sé si sirvió de algo. Discos, chapas, camisetas, incluso los conciertos... tienen un valor bastante más relativo para mí hoy en día. Me quedo con la actitud más combativa, con la chispa que desprendía la gente en tantos momentos, que enciende mis ánimos cuando más hacen falta. Y con personas como Martín, que tras muchos años todavía cree en lo que hace, toca en tugurios ocupados, actúa con su banda en benéficos para diferentes causas y cree en el DIY cuando podría a buen seguro haberse convertido en un superventas fichando por cualquier multinacional. Y te acercas a él y te habla. Con humildad. Con cercanía.

Y eso, cuando empiezas a crecer demasiado y ves a tus amigos caer en el camino... el hecho tan sólo de saber que existe gente así es ya muy importante.